Me formé en Estiramientos de Cadenas Musculares en el año 2010. Lo hice por curiosidad teórica y motivada por los efectos que en mi vida estaba teniendo la práctica de estiramientos desde hacía cuatro años. Como médica me interesaba entender con más profundidad aquello que yo recomendaba a las personas de mi entorno. Nada más lejos de mi realidad de entonces querer dedicar parte de mi vida profesional a impartir clases de estiramientos. Esto llegó unos años más tarde.
Pocas veces en mi vida he experimentado la literalidad de la frase “quedarme boquiabierta”. En la formación de ECM me sucedió esto muchísimas veces. No podía dar crédito a cómo el estudio anatómico y biomecánico que aporta la formación en Estiramientos de Cadenas Musculares no fuera parte de la formación médica.
La maestría de Jorge en la docencia convirtió la formación en un verdadero placer. Jorge consigue que la anatomía humana y su funcionalidad sea algo fácil de entender, logrando que este conocimiento se haga accesible a cualquier persona curiosa con esta experiencia. Los contenidos teóricos son explicados de manera cuidada, dinámica y entretenida, haciéndolos coincidir de manera oportuna con la experiencia corporal vivida (y compartida) durante la práctica. “De la experiencia a la teoría” es una de las claves de la formación y una de las mejores consignas que permiten un aprendizaje significativo.
Podría suponer que mi formación médica es una de las razones del “éxito” de mis clases, pero verdaderamente creo que no es así. Tampoco quiero engañarme diciendo que este detalle no atrae a algunas participantes a mis talleres (especialmente a la gente con más problemáticas osteomusculares). Pero estoy convencida de que mi experiencia médica no es el secreto del porqué la gente se fideliza a las clases y cada vez hay más personas interesadas en apuntarse.
Sin duda que la formación teórica es importante –y la que imparte Jorge es suficiente para hacer un buen trabajo– pero no es lo más relevante a la hora de ser una buena facilitadora. Considero que la diferencia entre las “consignas aprendidas” y las “consignas sentidas” es una de las marcas que distingue la formación por la que Jorge nos va guiando.
Y créanme si les digo que he explorado otras disciplinas afines de trabajo corporal y aún no he encontrado facilitadores que sepan acompañar en el despertar de la conciencia corporal como Jorge se empeña en enseñarnos en las formaciones de Estiramientos y Trabajo con el Potencial Corporal (TPC).
No se trata de ser directivas en la tarea de dar clases, se trata de saber estar con la gente que se estira, saber acompañar, respetar y estimular esa toma de conciencia corporal que facilita la autorregulación y la eficacia del trabajo de estiramientos. Las palabras que las y los participantes de mis talleres le han puesto a la experiencia es el mejor termómetro que tengo para convencerme de que aquí es donde está el secreto que Jorge trata de hacernos descubrir en sus enseñanzas.
Me formé en TPC casi al iniciar mis primeras experiencias como facilitadora de estiramientos y enseguida supe que mi modo de dar clases iba a transformarse. En “potencial corporal” pude entender con más profundidad que el modo de abordar el cuerpo es lo que diferencia esta formación de otras disciplinas de trabajo corporal.
En TPC no sólo aprendes a enriquecer las prácticas cuantitativamente, sino sobre todo cualitativamente: acompañar a sentir la cualidad del movimiento, adentrarse más y mejor en la conciencia corporal, prevenir la mecanización de la tarea de dar clases, acercarse de manera nueva a cada experimento y vivirlos siempre como la primera vez. Esto es: se trata de integrar, de manera amable y cuidada, la tarea de acompañar al alumnado en el camino de apropiarse de un cuerpo ligero en su movimiento, libre de tensiones, grácil en sus expresiones, alegre de vivirse de manera consciente.
Gracias a la formación en TPC se adquiere mayor comprensión global, a la vez que precisa, de los efectos de este trabajo. La práctica adquiere mayor riqueza y matices, se diversifica y amplía la experiencia, se permiten mayores aperturas y cambios. Yo todavía, tras varios años de continuidad con grupos de ECM + TPC, me descubro a menudo desbordada por las palabras que el alumnado comparte sobre la experiencia vivida y sus efectos en la vida cotidiana.
Destacaría también que esta formación no es sólo un aprendizaje a través de la recopilación de prácticas e integración de la experiencia. Durante las clases Jorge da paso a que se expresen dudas e inquietudes que surgen a la hora de abrir grupos o desempeñar la tarea de facilitación. Se abordan temas prácticos y se comparten inseguridades o anécdotas de interés que favorecen impartir talleres comprendiendo sus efectos.
En todo esto hay algo más que Jorge aporta y que lo diferencia de las formaciones académicas más clásicas: el hecho de compartir su trayectoria profesional transmitiéndonos su experiencia. Un bagaje que nos es entregado y que es de una utilidad incalculable, además de un gesto docente y humano de gran generosidad.
Por último nombrar lo altamente apreciables que son los materiales de lectura que se dan durante la formación. Los textos son muy estimulantes para el quehacer de la facilitación, tienen gran calidad y son lecturas preciosas, excelentes. Con ellas puede crecer aún más la motivación y nos dan la oportunidad de enriquecer el sentido del trabajo de acompañar a las personas de nuestros grupos a experimentarse y poder vivir en su piel de una manera gozosa y vital.
L.G.